Tras la obtención de los mostos –singular denominación que reciben en la zona los vinos ya fermentados alcohólicamente-, comienza el complejo y largo proceso de crianza en bodega.
El vino es envejecido por el sistema de soleras y criaderas, según el cual las botas se montan en andanas unas sobre otras de acuerdo a su nivel de vejez. Las botas que contienen el vino más viejo se sitúan en el suelo, en la solera. Cuando el vino se extrae de estas botas para su embotellado, se reemplaza con el vino del nivel inmediatamente superior (la primera criadera), la cual a su vez es refrescada con la segunda criadera, y así sucesivamente hasta llegar a la última criadera que contiene el vino más joven o sobretablas.
Gracias a este singular sistema genuino del Marco de Jerez, los vinos más jóvenes son metódicamente mezclados con los más viejos, año tras año: estos ganan en frescura y juventud y aquellos obtienen el cuerpo y la solidez de sus mayores.